Amor al pie de la letra

 

Si no tuviera amor, el mismo apóstol Pablo no sería nada “aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles”, nos lo dice él mismo. Y aunque tuviera una fe “capaz de mover montañas, sin amor, no sería nada”. Ya Platón y los griegos habían prefigurado una concepción de amor que el cristianismo sublimaría en el “ágape”, una identificación con el otro que conlleva un renunciamiento radical en espera de lo absoluto:

 

“El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta... El amor no pasará jamás”.

 

Es el pasaje de la Carta a los Corintios de San Pablo que se lee en las bodas católicas, por supuesto, pero que durante más de veinte siglos ha inspirado ríos de tinta idílica en la civilización judeocristiana y occidental hasta llegar a nuestras costas limeñas en el siglo XX, donde Felipe Pinglo Alva nos dirá en cadencia de vals: El amor, siendo humano, tiene algo de divino, amar no es un delito porque hasta Dios amó. Y si el cariño es puro y el deseo es sincero por qué robar me quieren la fe del corazón”.

 

En esta quincena de febrero celebramos al amor...y a la amistad, que es para muchos la expresión más decantada del amor. Y si decimos amor decimos poesía. Aquí dos poemas que le cantan al amor en el lenguaje contemporáneo...¡pre-reggaetonero!  (especialmente dedicado a los jóvenes).

 

CONTIGO

 

¿Mi tierra?

Mi tierra eres tú.

 

¿Mi gente?

Mi gente eres tú.

 

El destierro y la muerte

para mi están adonde

no estés tú.

 

¿Y mi vida?

Dime, mi vida,

¿qué es, si no eres tú?

 

Luis Cernuda

 

 

ACOPLAMIENTO ES MAGIA

 

Que se desliza sobre la nieve blanca

Es una danza abrasada

El amor físico.

 

Inexpresable canto,

Innombrable en verbo,

sótano del día, buhardilla de la noche,

átomo final del rojo.

 

Lo que no se mueve,

luz hospedada en negro,

restitución de lo disperso.

Dos menos uno,

Amor físico :

Fecilidad

de consuno.

 

Lo que llegó desde el lugar oscuro,

Solo,

De tocamiento,

De miedo,

De leche llorada

Derramada

En nada.

 

Viajes a través de pieles

Lontanas que supuran

Mieles.

Tacto que añora

Las ganas de rondar

Por esa plaza

El barrio.

 

Besos ganados con temeridad

A los pueblos.

Se va allí llegando

Lejos lejos, alejándose

De cenáculo

Y de ghetto.

 

Retorno y origen y reversa.

 

Planeta que se desplaza,

De mi terreno regado

El amor es aborigen.

 

Julio Heredia