Estás a S/. de obtener Delivery gratis.
*Válido solo en Lima.
Autora e ilustradora infantil española
La autora Rocio Bonilla, es licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona
En 2010 empezó a trabajar en el mundo editorial y, desde entonces, ha publicado más de cuarenta libros, compaginando la tarea de ilustradora con la de autora de libros infantiles. Sus álbumes ilustrados han ganado diversos premios y han sido traducidos a más de veinte idiomas.
¿Cómo una idea termina siendo un cuento?
Tengo muy en cuenta lo que me apetece contar en ese momento. Siempre digo que los ilustradores y autores infantiles dejamos un pedacito de nuestro bagaje, de nuestra biografía en cada libro que creamos y justamente por ese motivo, cada libro tiene su momento.
¿Cuál es la historia que me apetece compartir? ¿Qué es importante para mí en este momento? Te diría que mucho más importante que las ilustraciones en sí, son semanas y semanas, donde me siento a elaborar esa idea. Empiezo con un brainstorming, apuntando todo lo que se me ocurre, rellenando papeles con ideas, luego las ordeno para ver si tengo una historia coherente y que no solo haya una narrativa, sino estemos abordando varios conceptos. Soy una gran defensora de la lectura, de tener muchos estratos de lectura. Un álbum ilustrado realmente te está aportando con un principio, un nudo y un desenlace, pero detrás puedas ir advirtiendo muchas otras pequeñas historias que te generen cierto nivel de reflexión.
Minimoni es una nena encantadora, con mucha curiosidad, ¿cómo vas construyendo su personaje?
Influyó mucho que cuando estoy creando o ilustrando mis historias, me vuelvo un poco niña, porque la clave del personaje de Minimoni, es que nos permite ver el mundo a través de sus ojos. Los niños empatizan con el personaje y se identifican con las historias que cuento, porque al final están explicadas desde su misma mirada, su misma lógica infantil, desde sus ojos como tú dices, curiosos, hambrientos de vida, de buscar, de aprender, de descubrir. Investigar esos procesos maravillosos que tienen los niños y niñas en la cabeza me tienen fascinada absolutamente. Estos descubrimientos hacen de cualquier proceso se convierta en algo absolutamente mágico.
En el caso de Minimoni, ¿piensas dejarla siempre como una nena como Mafalda o va a ir creciendo con el transcurso de los años?
De momento se va a quedar como una niña. Me han preguntado varias veces si no voy a escribir algo para chicos un poquito mayores o para adolescentes, pero la verdad es que no me identifico demasiado con esa franja de edad. De momento me lo paso muy bien haciendo álbumes ilustrados, lo disfruto y me encanta. Como te decía antes, ponerse esas gafas de mirada infantil y divertirme con esa locura, con ese surrealismo creo que estoy en cierta forma, donde debo estar. Minimoni se va a quedar ahí, aunque ella físicamente no se haga mayor. También es un personaje que va evolucionando, porque fíjate del primer libro, “¿De qué color es un beso?” a este último que acaba de salir “¿Qué será eso del amor, Minimoni?” El personaje ha cambiado, está trabajando con otro tipo de madurez siendo una niña. Como autora, como ilustradora una va madurando y esa madurez la voy compartiendo a sorbitos con mis personajes.
Como escritora e ilustradora, ¿cómo ves a esta nueva generación de niños? ¿Te parece que ahora prefieren verse reflejados en las historias?
Siempre he pensado en las historias que logran tocar a un lector o lectora son aquellas historias en las que puede verse identificado. Es un poquito el leitmotiv de mi trabajo. Intento convertir una historia personal en una universal. Porque al final este altavoz es el que hace que los lectores o lectoras se puedan sentir identificados con la historia, los personajes, las circunstancias, los escenarios. Si hablamos de generaciones, de mis abuelos a la de mis padres, hubo un salto hacia nuestra generación. En el caso de mis hijos, qué tengo tres, ha habido en medio como dos o tres generaciones en muy pocos años y da un poquito de vértigo. La velocidad en la que está cambiando un poco todo el panorama sociocultural, la cantidad de inputs que tienen nuestros hijos y que los están bombardeados continuamente 24/7. A mí me hace sufrir un poco en ese sentido, si realmente nos estamos preparando mentalmente para poder enfrentarnos a todo esto. Y posiblemente lo sabremos dentro de una o dos generaciones más.
¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Ha ido cambiando a lo largo de los años o es una rutina que la mantienes?
La rutina es la misma. Decidir sobre qué historia o qué idea se va a desarrollar y cómo se concreta. En una historia paso muchas semanas en preproducción, escribiendo, bocetando, viendo cosas que quiero contar, con qué personajes y de qué forma. Que la historia sea coherente con una buena estructura visual, narrativa y que pueda llegar a ser un libro. Una vez que tengo hilvanada la historia tanto a nivel de palabras como a nivel imágenes, voy dando forma de a poquito. En paralelo voy escribiendo un primer story board provisional y a partir de aquí van creciendo en paralelo en ambas partes y hasta el último momento, tanto el texto como las imágenes son susceptibles de cambios, porque si decido que visualmente me interesa muchísimo cambiar esta escena y quiero dibujarla, pues a lo mejor cambio un poquito el texto para que me permita introducir esta imagen. O, al contrario, decido cambiar un poquitín una imagen porque en el texto me parece importante que esté explicado algo en concreto. No recuerdo quién lo dijo, pero me parece maravillosa la definición de que un álbum ilustrado es como un vals y en un vals se necesitan dos, se complementan y a la vez se enriquecen. Para mí eso es un álbum ilustrado.
Si pudieras hablar con Rocío, estudiante de Bellas Artes, ¿qué consejo le darías?
No tengo ninguna duda de lo que le diría: “Rocio, no pierdas nunca la curiosidad”.