En la sombra, el libro más esperado del año

 

Su Alteza Real Enrique Carlos Alberto David —mejor conocido como Harry— es un personaje que seguramente no requiere mayor presentación. El quinto miembro en la línea de sucesión al trono británico, hijo menor de la aún recordada princesa Diana de Gales y del actual regente del Reino Unido y de la Mancomunidad de Naciones ensaya una nueva faceta como divulgador de incómodos secretos familiares.

 

Fruto de la colaboración entre la subrepticia pluma del talentoso JR Moehringer y la perspicaz mirada del príncipe Harry llega la obra de no ficción más comentada de la última semana: En la sombra. Quizá más elocuente resulta el título original, Spare, cuya traducción literal viene a ser Repuesto. Y es que la condición de Harry como hermano menor del primogénito de Diana y del rey Carlos III lo dejó desde temprana edad a merced de la certidumbre de ser —para las personas de su convulso entorno, al menos— no mucho más que un repuesto del príncipe Guillermo.

 

El lector de En la sombra descubrirá que, pese a la trágica vivencia que el fallecimiento de la madre supuso para Harry y Guillermo, esta sensible pérdida no constituyó impulso suficiente para el fortalecimiento del vínculo fraterno. El príncipe Harry ofrece un inusitado retrato de su hermano que refuta al personaje que este siempre ha pretendido transmitir al público. El príncipe Guillermo que hallamos plasmado en las páginas del libro es uno capaz de agredir físicamente, de asir a alguien por el cuello de la camisa, y de propinar fuertes empujones sin mayor reparo. Huelga decir que a menudo ha sido Harry el destinatario de estos quiebres de la serenidad de Guillermo, mismos que —aunados a la revelación de que el hermano mayor evadía e ignoraba al hermano menor en la escuela— dejan entrever imperfecciones en una familia que con seguridad no pocos presumían excelsa e impoluta o al menos funcional.

 

En la sombra es un ejercicio de iconoclasia, un muy necesario antídoto para la obsesión de la sociedad global con la perfección. La ubicuidad y predominancia de las redes sociales nos expone —eso ya todos lo sabemos— a odiosas comparaciones entre nuestras propias vidas y la vida del prójimo. Esta última frecuentemente se nos antoja ideal o, cuando menos, más grata que la nuestra, pero ello es así porque las redes solo muestran una porción cuidadosamente seleccionada del día a día del prójimo. Cada quien publica sus mejores fotos, cada quien destaca las conquistas personales y profesionales que le enorgullecen. No nos enteramos, no obstante, de cuántos tediosos ensayos se tuvo que hacer hasta llegar a tomar la mejor foto. No nos enteramos tampoco de los aspectos que cada quien descuida de su vida para entregarse a la consecución de aquellos logros que exhibe.

 

El libro que Su Alteza Real Enrique Carlos Alberto ofrece viene a ser un álbum metafórico que contiene precisamente todas aquellas ‘fotos’ que no llegan a las manos de la prensa y menos aun al escrutinio del público. El príncipe, díscolo e irreverente, ha instalado una ventana a través de la cual podemos observar algunos de los más penosos o embarazosos incidentes que tuvieron como protagonista a él mismo o a alguno de sus familiares cercanos. Tenemos desde consumo de drogas e intrigas urdidas por el rey para mantenerse en el centro de los reflectores mediáticos hasta actitudes y comentarios racistas enarbolados contra la duquesa Meghan de Sussex. Hay, en suma, mucha documentación de los problemas que surgen en el paraíso de la realeza británica. Problemas francamente banales, pero que deleitarán a los lectores ávidos de chisme, a la par que —a aquellos lectores que lo necesiten— ayudarán a exorcizar aquella compulsión por encumbrar al prójimo y apocarse a uno mismo, puesto que si ni siquiera los de noble abolengo se salvan del rótulo de ‘dramático’ o ‘insulso’ probablemente nadie puede preciarse de estar exento de roches que ameriten tales etiquetas.

 

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