La guerra y la paz: hermanos enemigos

 

Los últimos días el conflicto ruso-ucraniano ha mantenido al mundo en vilo. Quienes hacemos Crisol de voces hemos recordado a propósito de esta angustiante coyuntura cuánto ha nutrido de temas la guerra a la literatura. Más que la paz. Y, justamente, quizá la novela más emblemática de tal tópico sea La guerra y la paz, del ruso universal León Tolstoi, que ubica su ficción en el tiempo de las invasiones napoleónicas y el enfrentamiento entre los emperadores Napoleón I de Francia y Alejandro I de Rusia.


La literatura siempre será una fuente de conocimiento de la naturaleza humana y un refugio (un remanso) en medio del mundo desquiciado. En este lugar de la Europa oriental Ucrania y Rusia, como otras naciones vecinas, son dos países que tienen un origen y una herencia compartidos que las une tanto como las separa. Tenemos que remontarnos al siglo IX de nuestra era, cuando Kiev –la actual capital de Ucrania− fue el centro del primer Estado eslavo, fundado por un grupo de escandinavos que se hacían llamar Rus. Ese gran Estado medieval, que los historiadores llaman Kyivan Rus, fue el origen… ¡tanto de Ucrania como de Rusia! ¡Quién lo hubiera dicho!


Y fue recién en el siglo XII que se fundó Moscú en lo que por entonces era una extensa frontera nororiental. La fe que se profesaba era cristiana ortodoxa, aceptada en 988 por Vladimiro I de Kiev o San Vladimiro Sviatoslávich El Grande, quien consolidó el reino Rus desde la actual Bielorrusia, comprendiendo Rusia y la actual Ucrania, hasta el mar Báltico. Y fue a partir de la gran cantidad de dialectos eslavo-orientales que se hablaba en ese inmenso territorio que se desarrollarían paulatinamente los idiomas ucraniano, bielorruso y ruso.


Al decir de un reportero inglés de la BBC, esa historia entrelazada parece darle razón al actual presidente de Vladimir Putin, quien recientemente declaró que Los rusos y los ucranianos son un solo pueblo, un todo único. Hay, sin embargo, expertos que señalan que a pesar de ese origen común, durante los últimos nueve siglos la experiencia de los ucranianos ha sido distinta, pues sus destinos fueron dictados o influidos por las distintas potencias que se repartieron el país.


Para el doctor Andrew Wilson, profesor de estudios ucranianos en University College London: Es importante ver a Ucrania, tanto su territorio como su identidad, más como un "rompecabezas cambiante" que como una unidad coherente.

Baste saber, para imaginar en algo tal complejidad, que ya a mediados del lejanísimo siglo XIII, la federación de principados de la que fuera Rus, fue conquistada por el imperio mongol.

Si bien a inicios del siglo pasado el ruso era el idioma dominante en Ucrania, los niños de la escuela primaria aprendían también ucraniano, se publicaban muchos libros en ese idioma y, en la segunda mitad del siglo XX, creció un fuerte movimiento nacional ucraniano −en plena Unión Soviética− de personas que habían recibido una educación ucraniana.
Al tiempo de hacer votos por la Paz, sería bueno que nos asomáramos a las riquísimas tradiciones literarias eslavas, tanto rusas como ucranianas.


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