Retrato de autores - Febrero

En febrero tenemos como representantes literarios a autoras que marcaron época y autores consagrados.

Ricardo Palma, el bibliotecario mendigo

Nació en Lima el 7 de febrero de 1833 y aunque procedía de una familia de bajos recursos, don Ricardo logró culminar sus estudios. Desde muy joven se dedicó a la política y formó parte del Cuerpo Diplomático de la Armada Peruana. En 1860 participó en la sublevación ante la casa del presidente Ramón Castilla y eso le valió ser desterrado a Chile durante dos años. Regresó gracias a una ley de amnistía. También participo en el Combate del Dos de Mayo, cuando la armada española intentó recuperar sus antiguos dominios.

Fue gran colaborador de José Balta y cuando éste fue asesinado decidió alejarse de la política y dedicarse enteramente a la literatura. Durante la Guerra con Chile fue defensor de la capital; y en 1881, los invasores chilenos incendiaron su casa destruyendo su biblioteca y los manuscritos que tenía en ella. Al concluir la guerra, el presidente Miguel Iglesias le pide que se encargue de reconstruir la Biblioteca Nacional −que también había sido destruida− y valiéndose de su prestigio internacional no duda en pedir donaciones bibliográficas a personalidades del mundo entero, por lo que se gana el apelativo de El bibliotecario mendigo.

De su abundante obra literaria sobresalen las Tradiciones peruanas, un recopilatorio que va desde 1872 hasta 1910. Son relatos llenos de humor e ironía que abarcan el Virreinato y la incipiente República. Muere en Miraflores en 1919.

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Laura Riesco, la mujer y la novela

Nace en La Oroya un 25 de febrero de 1940. Hasta los 6 años vivió en Junín hasta que su familia se traslada a Lima. Luego fue enviada a estudiar a los Estados Unidos, donde radicó por muchos años. En 1978 publicó una novela experimental titulada El truco de los ojos, que actualmente se encuentra descatalogada. Permaneció en silencio hasta 1994 cuando lanza su novela ícono: “Ximena de dos caminos”, en la que acompañamos la evolución de una niña de 5 años que aprende a leer y a vivir en un mundo de adultos poco comprensible para ella, en el cual es alimentada tanto con cuentos de hadas como con historias andinas que le relata su ama india.

Esta novela es considerada una de las mejores obras de la literatura peruana de los años 90. Según confesó Riesco, Ximena de dos caminos fue concebida como un cuento, pero fue creciendo y tomando cuerpo hasta convertirse en esa novela que introduce al lector en un mundo desconcertante de desigualdades a través de los ojos de una niña. En su momento fue traducida al inglés y ganó el Latino Literature Prize, en 1995.

Laura Riesco murió en Norteamérica, a causa de un cáncer, en 2008, a la edad de 68 años dejando varias historias inconclusas.

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Julio Cortázar, el gran cronopio

Julio Florencio Cortázar nace en Bruselas en 1914 y muere el 12 de febrero de 1984 en París. Su nacimiento, como él dice, “fue producto del turismo y la diplomacia”. Ese año se iniciaba la Primera guerra mundial por lo que toda su familia se traslada a Suiza. Luego pasarían a España para regresar a Buenos Aires cuando él tenía ya 6 años.

Fue maestro rural durante cinco años en Argentina y luego se fue a Paris con una beca. En esa ciudad trabajó en la UNESCO. En 1962 hace un viaje a Cuba y comienza a tener mucha participación política. Asiste a la toma de mando de Salvador Allende en Chile, y apoya al Movimiento Sandinista de Liberación Nacional, de Nicaragua. Fue un gran propulsor de los Derechos Humanos, siendo también promotor del Tribunal Russell.

Formó parte del llamado Boom latinoamericano de Novela, de los años 60, dándose a experimentos formales y exhibiendo una prosa lúdica en búsqueda de la autenticidad. Fue un gran admirador de su compatriota José Luis Borges y se identificó con la corriente surrealista por influencia de autores franceses. Cultivó también el cuento fantástico. Su primer poemario, “Presencia”, fue lanzado bajo el seudónimo Julio Denis. “Historias de cronopios y de famas” es un libro inclasificable que fascinó a los jóvenes de la época. “Rayuela”, escrita en 1963, es considerada por muchos su obra maestra.

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Carmen Laforet, la sorprendente nihilista

Esta escritora española nació en 1921 y pasó su infancia y adolescencia en las Islas Canarias. A los 18 años retornó a Barcelona para estudiar Filosofía y Derecho, pero no llega a culminar ninguna de las dos carreras. A la edad de 24 años publica Nada, con un éxito sin precedentes para una autora desconocida hasta ese momento, siendo reimpresa tres veces el mismo año, y que le significó el reconocimiento de la Real Academia Española la Lengua que la distinguió −en 1948− con el Premio Fastenrath.

Tras su matrimonio su producción literaria no menguó, fue muy vasta, y tras un viaje a Estados Unidos conoce al escritor Ramón L. Sender con quien entabla una comunicación epistolar, en que se tocaba temas como la religión, la literatura, el clima político y el machismo.

En sus años postreros padece de una enfermedad degenerativa que la aparta de la vida social, muriendo el 28 de febrero de 2004.

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