Históricamente la pobreza y la ignorancia han sido armas efectivas (y lo siguen siendo) para controlar y entrapar en el subdesarrollo y la servidumbre. Las circunstancias actuales, donde la corrupción se ha infiltrado en casi todas las instituciones del Estado peruano, han logrado hacer de los ciudadanos no el recurso central, sino un medio para un fin que va en contra de los intereses de la nación peruana. Sin el orden social positivo, sin el capital humano y social de calidad, sin disciplina y sin planificación y metas claras, el Perú es un barco a la deriva en medio de un fuerte temporal, donde sus ocupantes no hacen nada por temor a descubrir que no hay nadie en el puesto de mando. Ese barco de por sí ya está condenado. Las circunstancias no pueden seguir definiendo nuestro futuro. Esta no es una opción. Es hora de poner nuestra casa en orden, es hora de construir una nación inclusiva, con oportunidades para todos. Porque solamente con la verdad se pueden tomar decisiones y trazarse metas claras, para así construir esa nación que todos deseamos.