Mayte Mujica aborda el mundo de los afectos como una gran casa familiar en la que cada habitación guarda un secreto: desde las primeras ilusiones y decepciones del amor romántico, hasta el quiebre del orden convencional y la necesidad de recomponer el mundo interior ante eventos dolorosos. En cada una de las piezas una emoción se tensa sutilmente: ya sea la amistad no correspondida, los vaivenes en las relaciones de pareja, los problemas del matrimonio adulto, el aprendizaje accidentado de la mater-nidad o la colisión del universo femenino con el masculino. Las contradicciones conducen al estallido del cristal de las apariencias: hay un poco de luz en ciertas tristezas, parece decirnos Mujica, y no poca amargura en muchas felicidades.