En busca de ciudades y amores inciertos

Alerta: esta reseña contiene demasiados spoilers.

 

Una pareja de adolescentes (él de 17 y ella de 16) se encuentran cada mes para conversar y darse besos. Además, mantienen la comunicación mediante cartas, las cuales él las atesora y espera con mucha pasión.

Al cabo de un tiempo, ella comienza a contarle a él la existencia de una ciudad fantástica, en la cual habita su verdadero yo. Ella le confiesa que quien le está hablando es solamente su sombra, no ella en sí misma. Y le anuncia que pronto tendrá que desaparecer. Y así sucede. Desde entonces, él se empecina en su búsqueda, llegando a adentrarse en la ciudad misteriosa y buscarla. En el camino descubrirá muchas verdades profundas, las cuales lo llevarán a decidir un estilo de vida completamente diferente a lo establecido. Sin embargo, puede ser que también su vida sea una postergación del recuerdo de ella, lo que no le ha permitido seguir avanzando en una forma convencional en la vida.

Por otro lado, al intentar irse de la ciudad, él es advertido: nunca podrá escapar verdaderamente. Así que en adelante aparecerán objetos que le harán recordar su estadía en la otra ciudad, lo que nos hace recordar a Borges en el relato Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, donde los límites entre un mundo y otro parece estrecharse.

La novela, que fue publicada tras seis años de espera, posee diversos elementos similares encontrados en el cuento Drive my car, que hace relativamente poco fue adaptada al cine y que actualmente puede verse en Netflix. La pérdida de una pareja y un hijo, la huida hacia un pueblo solitario y el encuentro con un personaje femenino que lo ayuda a entender ciertos aspectos de la vida, son tópicos que se pueden ir encontrando a lo largo del relato. Esto pareciera justificarse con el epílogo, donde Murakami menciona:

Jorge Luis Borges dijo que todo escritor escribe fundamentalmente sobre lo mismo a lo largo de toda su vida, y yo añado que lo hace con todos los medios a su alcance para insuflarle nuevas y diferentes formas y apariencias a ese repertorio limitado de motivos de que dispone.

Con otras referencias recurrentes del autor como Los Beatles, Gabriel García Márquez y El amor en los tiempos del cólera, el amor es reflejado nuevamente como la búsqueda de un imposible, una idealización que puede resultar tan significativa que detiene el tiempo. Si hay algo que nos gusta es la imagen de la mujer, polarizada en una imagen etérea en un principio, que posee temas de conversación trascendentales y que luego se contrapone con una mujer más terrenal, práctica y al mismo tiempo analítica. Ambas definirán de alguna manera el destino del protagonista.

El relato posee un ritmo lento, sumamente contemplativo, con escenarios tan surreales como los unicornios corriendo en manadas, dentro de una ciudad con muros inciertos porque no se sabe si realmente se ha podido atravesarlos. En un lugar así de imposible, con el tiempo detenido, existiendo un eterno aquí y ahora, cabe preguntarse: ¿Resulta sostenible vivir así? ¿Acaso no nos construimos nuestra propia ciudad para postergar nuestra vida? Y qué pasaría si decidimos atravesar nuestra propia ciudad para encontrarnos a nosotros mismos, ¿saldríamos de ella o tal vez nunca lo logremos? Estas son preguntas que el lector podrá ir respondiéndose a lo largo del libro, el cual recomendamos ampliamente.

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