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¡Estamos casi en la línea de llegada! Este agonizante 2021 ha tenido demasiadas connotaciones para nosotros los peruanos y para quienes −sin serlo de nacimiento− viven ahora bajo nuestros cielos. Ha sido el año en que nuestra República cumplió 200 años de vida independiente y ese acontecimiento ha sido propicio para interrogarnos sobre nuestros logros y fracasos. Indudablemente las falencias saltan a la vista, pues el día a día nos enrostra nuestros yerros y carencias, resaltados por la vivencia propia y la indispensable conciencia crítica.

No obstante, ha sido un excelente año para los libros y la literatura. Si bien la FIL de Lima, una vez más, tuvo sólo versión virtual por exigencias de la empecinada pandemia, la excepcional Feria del Libro del Bicentenario, terminando el año, tomó las amplias pérgolas y explanadas del Parque Central de Miraflores y fue todo un éxito de público y de ventas. Esto, sin contar las numerosas ferias que se realizaron tanto en distritos de Lima como de otras ciudades del país. Es decir, quizá la vida recatada a que nos ha inducido el pérfido virus del covid-19 −y sus desconcertantes variantes− ha contribuido a que nos percatemos que la amistad del libro está siempre allí, incondicional, muda, pero locuaz e inacabable en sus revelaciones cuando lo abrimos y empezamos la lectura.

Los libros –y los derivados inspirados en ellos− siguen fluyendo hacia nuestras librerías desde las grandes, medianas y pequeñas editoriales de todo el mundo, así como de las cada vez más dinámicas casas editoras del Perú que nos nutren de títulos de todos los géneros, materias y categorías. Crisol, como saben, cuanta también con sus propios sellos, tal como “Titanium”, “Xilófono”, “Melquíades” y “En primera persona”. La oferta es, como siempre, nutrida y ecléctica para satisfacer los requerimientos de todo tipo de lector.

No sabemos si el covid-19 nos permitirá pronto volver a la normalidad previa a la pandemia. Pero que el gran público haya encontrado en los libros una amistad infalible en estos tiempos, es una compensación invalorable. El 2022 volverá a ser un gran año para el libro y para Crisol.